Agile: la herramienta para la toma de decisiones
Qué duda cabe de que el Agile en general y Scrum en particular han dado un apretón en la última década, especialmente en nuestro país.
Agile no es una moda
Aunque se empezó a gestar a mediados de los 90 del siglo pasado, aún hoy cuesta hacer entender a los responsables de las empresas las bondades y beneficios de Agile. En estos momentos, Scrum se vende sólo. Y no porque lo digamos nosotros. Sólo hace falta echar un ojo al informe anual del estado de Agile o preguntar a cualquier colega del sector tecnológico si “conoce Scrum”. La mayoría nos dirán que sí. Los enterados nos dirán que les va muy bien para organizarse (bien por ellos), los despistados nos preguntarán si “¿esto es eso de las dailies?” (a esos, siempre les contestamos “sí, es eso”) y los combativos quizás nos digan que en su empresa lo probaron, pero que “no funciona” (con estos siempre nos quedamos con la mosca detrás de la oreja).
¿Por qué hay disparidad de opiniones sobre Agile?
Hemos llegado a una conclusión con este último grupo. En sus empresas muchos adoptan Scrum porque está de moda. Por aquello de aparentar. Si bien hace diez años se podían ver implementaciones ágiles basadas en un estudio concienzudo o, al menos, en el convencimiento, cada vez abunda más el postureo. Ese postureo en el que los humanos acabamos convirtiendo la mayoría de cosas de consumo general y que, por aquello del “qué dirán”, acabamos haciendo ver que practicamos de la forma más natural y convencida. ¡Y a mucha honra! Ejemplos los hay a patadas, y sin ánimos de polemizar, que seguro que mucha gente lo estará realizando con convicción: el veganismo, las redes sociales, el yoga, el mindfulness o el running (incluso la palabra es postureo, podríamos usar “salir a correr”).
Siguiendo con Scrum, nos hemos encontrado en muchísimas ocasiones, empresas y equipos donde por ejemplo no tenían Scrum Master o Product Owner definido, no realizaban eventos típicos como Retrospectivas o Reviews. Que las prioridades cambian incluso en medio de un sprint de manera aleatoria. Y podríamos seguir con más situaciones parecidas. Éstas, demuestran como mínimo, que no se ha entendido nada de lo que significa Scrum. Sin entrar en las intenciones, que no dudamos que puedan ser muy nobles, hay que tener claro en qué consiste Scrum y qué beneficios nos va a aportar. Básicamente, el por qué lo hacemos. No porque todo el mundo lo haga, o porque queda bien, o para que aparezca en una slide en el próximo powerpoint con los accionistas, para que vean lo modernos que somos.
El ROI o retorno de Inversión
Agile parte en esencia del equipo y sirve al equipo, de puertas adentro. Ese ha de ser el germen, la semilla. Luego también sirve al promotor de la iniciativa, por supuesto, ya que, bien hecho, incrementa la comunicación y la colaboración entre todas las partes, y evita errores y malentendidos (ahí está el verdadero ahorro). Pero postureo y agile son en esencia contradictorios porque se trata primero de autoorganizarnos bien y de hacerlo en interno, para que, luego sí, de puertas para afuera se vean los resultados. Si pensamos sólo en lo exterior, en la fachada, en aparentar, sin entender lo que realmente hacemos, la implementación estará condenada invariablemente al fracaso, o lo que es peor, a la mediocridad. Agile nos sirve para entregar valor lo antes posible y por tanto, entre otras muchas cosas, mejorar nuestro Retorno de Inversión. Según el Standish Group, la probabilidad de éxito de los proyectos que utilizan Agile es tres veces superior al de los que utilizan metodología tradicional o Cascada. Estos datos evidencian la mejora clara que supone, siempre y cuando se utilice de manera correcta, claro está.
A todos aquellos que no les ha funcionado, como profesionales de Agile, estos casos nos apenan, porque después es muy difícil cambiar esa dinámica. Requiere mucho esfuerzo cambiar las primeras impresiones de la gente, el sentimiento generalizado de que aquello no funcionó. ¡Los motivos son lo de menos! Por mucho que les digamos que Scrum o Agile va bien, pondrán resistencias. Es muy difícil cambiar esa dinámica y es una lástima. Porque digámoslo claro. Las metodologías ágiles van muy bien si se practican correctamente. Y para ello hace falta un motivo claro y un personal cualificado, así que, ¿te ayudamos?